Para decir no
Es la tercera vez que paso junto a la pared donde fusilaron a Maximiliano de Hamburgo. Recordé la locura de Carlota y sus celos bien justificados. Su emperador se paseaba entre los rosales del Jardín Borda con otros amores allá en Cuernavaca mientras ella bebía chocolate.Unos ojos azules se posan sobre mí y escuchó: “estar contigo es como subir al Popocatepetl”. Un beso sella el no compromiso, el mío. Me voy. Dicen que algún día debo terminar con mi autocastigo.
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