lunes, marzo 08, 2004

Escucharme y verme todos los días, no basta.

Ayer vino Mauro, un amigo argentino de Saltimbanqui.
Estaban jugando cuando escuché que mi hijo le corregía la pronunciación de la LL y la Y.
Mauro, no se dice amarilllllo, se dice amarillo.

Entré a su habitación y le dije que era correcta la forma de hablar de Mauro. Le dije que el español se hablaba de muchas formas pero que era el “mismo”.
Mauro habla casi como mamá, mamá no pronuncia ni la C ni la Z.

Pensé que mis hijos al ver mi diferencia, percibirían la igualdad y la diferencia de otra forma.