viernes, octubre 06, 2006

Decidir

Quien dice que la mejor opción es la que no hace más felices.

Los recovecos de mi separación no importan, o quizás solo a nosotros cuatro. Podría contar la historia y victimizarme, o intentar analizar el porqué colabore a construir una relación poco equitativa. No lo haré, contare los resultados.

Los niños se han quedado con su padre, si, separados por once mil kilómetros, una decisión que obviamente me ha sido cuestionada. Para aquellos que han seguido este blog y saben o intuyen la relación que mantengo con los niños, tal vez se puedan imaginar lo desgarradora y triste que fue para mí esa decisión, horas de soledad, otras tantas de psicoanálisis y sopesar todas mis emociones.
Me preguntan por qué no me quede a luchar por los niños, porque mi cara no está descompuesta por la tristeza. Por que los niños están mejor, en el tema económico con su padre. Porque no tenía la fuerza ni emocional ni psicológica para quedarme un año más en España, porque después de esta decisión, nada puede interrumpir lo que un día me tuve como proeycto de vida.
Es cuestión de tiempo y de recuperar mi estabilidad económica para recuperarlos.

La violencia de un arrebato no tiene ser física, ni siquiera verbal, pero los detalles se convierte la vida cotidiana en un campo minado y así va una, mutilándose. En alg{un momento, una parte de mi, dormida, me dijo: te tienes que salvar, de estas emociones, de estas sensaciones, de esta vida que no te satisface, (la de pareja)
Dicen que mi estulticia me llevo fuera de España; que mi estulticia, obstinación y una nueva pasión son el motivo de que me quede en México.
Estulticia le llaman a mis deseos de equidad
Obstinación a mis deseos de tener un proyecto propio
Nueva pasión, la limitan a un hombre, anulando todo lo que soy y deseo ser.
¡Luchar significa dejar ver a una madre y a una mujer que tu no quieres que tus hijos tengan,?
Es cierto, no lloro todos los días, pero esas lágrimas, cuando salen, cuando salen, no me liberan, me ahogan, dejo de mirar al frente y me ensimismo, por eso no lloro. La única forma de salir y volver a estar con ellos, es mirar siempre al frente. Después de esta decisión ya no hay nada, todo se vuelve relativo, minúsculo.

La narración sobre el día a día con mis hijos se modificará, porque nuestros puentes de comunicación son otros.