sábado, septiembre 18, 2010

En medio de desierto

Hay días que los cuentos no tienen más protagonistas que emociones confusas, ni más lugar que lo indeterminado de una decisión frágil y como único nudo, el de la garganta enmudecida. Pero tal vez hacer un boceto de todo esto pueda servir.
Y la imagen que se me ocurre es la de un desierto, siempre va acompañada de otra minúscula: la del oasis, que equivale a la esperanza, pero el mío son llanuras móviles sin valle de asueto. Hoy por la mañana me sentía así, en medio de la nada, sedienta y llena de lágrimas.
Hace años, cuando decidí abandonarlo, no sabía lo que significaba la separación, para mí era el puro deseo de escapar, de respirar. En esos momentos la voz de mi hijo mayor pidiéndome que no me fuera y su manita aferrada a mi suéter, no logró convencerme. Mi otro hijo, el pequeño, no se enteraba de nada, seguía en sus juegos. Tampoco sabía el costo. Hoy por la mañana recordé el peaje de la libertad. No escuchar la voz de los niños. En cambio estaba la de él, contestado el teléfono como preludio de la negación. La psicoanalista me dijo que esa decisión-la de no estar con los niños- me pesaría en el mismo momento de al subir al avión. No fue así, fue el día que me dí cuenta que mi libertad los hizo prisioneros de otros egoísmos.