El fin de semana de Babar.
Barbar, un canario, y Hasim, una tortuga, son las mascotas de la clase de Saltimbanqui, Rafael, el profesor, permite que los niños se lleven a las mascotas los fines de semana.
Como madre consentidora que soy, por tanto, bastante irreflexiva cuando se trata de que mis arañitas estén felices, acepté llevarme al canario a mi casa.
La tortuga es más sosita, yo pensaba que siempre eran pétreas pero el tortugero (¿se dirá así?) de unos amigos me mostró que son ardientes amantes; las tortugas se ponían de follar como pocas veces he visto en el reino animal (incluyendo humanos), son son sumamente escandalosas, desde entonces no me extraña esa modorra postcoital. Supongo que la soledad de Hasim la empuja a un onanismo silencioso, lo cual le resta puntos.
Volvamos a Babar, en algún momento pensé en sacarle una foto para tener una referencia de emergencia por cualquier incidente. No lo hice, me arrepiento.
Entre las cinco y las ocho de la noche del viernes saqué de la jaula, un trozo de chocolate, un trozo de chorizo y cambie la coca cola del recipiente (aún no sé como lograron cambiarle el líquido). Los niños estaban como locos. El pobre pájaro estaba aterrorizado, así que decidí encerrarlo en una habitación, junto a la ventana, alejado de los niños, sobre todo de Bisbirije, en algún momento Sr. Cuervo perfecto dejó la puerta de esa habitación abierta, escuché el zarandeo de la jaula, corrí, Bisbirije ya tenía a Babar de un ala, pensé que se la había roto, creo que no, eso si había varías plumas, se lo dije a Cuervo Perfecto, fue a ver el pájaro y su expresión me sorprendió, dice que el niño le quito unas alas que nunca vuelven a salir y que son como su ADN, suena, muy grave, de ahí que me arrepienta de no haber tomado la foto.
Ahí tenemos las alas, estamos pensando en pegárselas con Super glue, (pegaloca, en México)
<< Home