Tengo algo que confesar.
Desde hace un par de años desarrollé una alergia a la academia, y casi a cualquier tipo de saber institucionalizado y potencialmente intitucionalizable. Me di cuenta que el canibalismo, el fraticidio, autoricidio, culturicidio era muy jodido pero habitual. A diferencia de “cuanto tienes tanto vales” allá era “tanto sabes tanto vales” y claro, esa es la primera regla del juego, como tal debe asumirse. El problema está en las peleas, el calor del presupuesto está muy reñido. Las luchas encarnizadas se disfrazan de dulce y enciclopédica verborrea.
Claro, yo vivía en un mundo rosa, pensaba que el conocimiento, el “saber” que dan las artes, te hacia mejor persona, así de ingenua era yo.
He visto:
Jóvenes académicos abofetar a su mujer, (si, más de uno) He visto, a mujeres cultísimas abofetear a sus compañeros.
He visto a jóvenes talentos, mentir y mentirse, quedarse a final de cuentas con el alma hecha jirones. Pálidas imitaciones de Rimbaud pero creyéndose los infantes terribles del momento.
He visto padres, que la primera noche que su primer hijo paso en casa compraron un sofá-cama y mudarse al estudio. Ellos tenían que sentarse a escribir.
Podría citar muchos ejemplos, pero la amargura y este sabor a centavo viejo lo evitan.
Cuento esto porque hace un par de meses me dieron una terna de libros para reseñar y otro para dictaminar. Hay quien aún confía en mí para ser carne de academia.
Esto como consecuencia de mi verborrea, en el cara a cara soy bastante persuasiva, es curioso ya que logro dominar mi enfermiza inseguridad.
He visto padres, que la primera noche que su primer hijo paso en casa compraron un sofá-cama y mudarse al estudio. Ellos tenían que sentarse a escribir.
Podría citar muchos ejemplos, pero la amargura y este sabor a centavo viejo lo evitan.
Cuento esto porque hace un par de meses me dieron una terna de libros para reseñar y otro para dictaminar. Hay quien aún confía en mí para ser carne de academia.
Esto como consecuencia de mi verborrea, en el cara a cara soy bastante persuasiva, es curioso ya que logro dominar mi enfermiza inseguridad.
Me precupaba menos lo que escribiría porque cuando hago trabajos serios, un par de amigos o mi prima Violeta suelen revisar lo que escribo.
Al final dije no. Tal vez me equivoque, no lo sabré.
Al final dije no. Tal vez me equivoque, no lo sabré.
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