martes, enero 16, 2007

el brindis

El regreso a México fue en pleno 31, cosa extraña, la aerolínea dio uvas y cava (freixenet, es cava?) y brindamos según la hora española.

El otro año nuevo lo pasé durmiendo en el aeropuerto de la Ciudad de México. Como yo no tenía fecha de regreso, mi familia se fue a pasar el año nuevo año a no sé que pueblo y por supuesto que no estaban dispuestos a hacer un viaje de un par de horas para recogerme.
Con los abrigos que traje me hice una camita. No lo digo como una tragedia, ami mlado estaba un señor, que ( las siete dd le mañana me di cuenta) pasa lasnoches ahí a la espera de que abran el metro APRA vender dulces y cgarros. ¡yo me pod´8ª quejar?
Abrieron el metro y así volvía mi casa, metro,, trasbordo de metro, autobús y aún me faltaba otro autobús y un taxi. Recuerden que vivo ahí donde el are da vuelta. En un punto aún lejano de mi casa se me “apareci{o un taxista yme dijo.

Para dónde va?

--A tal sitio.,
--Y cuánto le cobran?
--No es lo que me cobren, no tengo dinero tengo 60 pesos (cuatro euros),
--No importa, yo la llevo.

Después de contarme sobre su familia, el taxista me empezó a psicoanalizar. Fue tremendo, me dejo impactada de las cosas que de decía, les juro (y los que saben que soy escéptica me creerán más) me empezó a decir unas cosas que observación omnipresente.
Claro, lomás impresionante es que me cobrar al mitad del precio que suelen cobrar. Un buen comienzo de año