La mujer queja.
Ayer llevé a Saltimbanqui a casa de un compañero, la madre llamó a casa para que dejara jugar al niño.
Cada vez que la veo se queja de algo. La vi dos días, el viernes y ayer, sus quejas:
Este pueblo es una mierda.
Las calles están mal planificadas.
El profesor no les pone el jersey a los niños.
Por qué mi hijo se enferma más que el tuyo.
No me gustan los duplex.
Los de BBVA son unos ladrones.
El agua mineralizada es muy cara.
Las tuberías de este pueblo son una mierda.
En época de lluvias no puedes beber agua del grifo.
Los filtros de la tubería son una mierda.
Creo que se quejó de por lo menos cinco cosas más. Es probable que no sea mucho y tal vez tenga razón en cada una de sus aseveraciones, pero apenas estuve dos horas con ella.
Por si fuera poco, casi me empujó a invitar a su hijo al cumpleaños de Saltimbanqui. A mí el niño me da igual, pero no me gusta imponerle amigos al niño, por aquello de guardar las formas, si Saltimbanqui no lo considero entre sus invitados será que no es “su amigo”. Cuando íbamos a su casa, le dije. –llévate unos juguetes, -bueno, me llevó la espada láser para que Sergio espabile.
Me pareció un poco maloso así que se llevó un dominó y una película.
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