sábado, abril 10, 2004

Fetichismo

Sugiere que me compre ropa íntima bonita, que descarte las tiendas de chinos. Dice que me compro ropa de otras épocas, está convencido de que puedo “lucir” encajes. Yo, ni caso, obvio su retahíla fetichista. (y machista)
Me dice que invierta mi dinero en tanguitas coquetas, que deje los discos y los libros a un lado.

No me sorprende que piense así, me extraña que me lo diga a mí.

Hace años me decía que le gustaban las chicas tipo “secretaria de ejecutivo”, tetonas y bien habladas.
La misma pregunta, qué hace y hacía conmigo, soy la antitesis de sus deseos. Mi vestimenta es hippie, agitanada dicen aquí, su zona erógena preferida, más bien poca, (eso si, intensa); soy mal hablada, en mexicano, eso matiza la cuestión.

Es evidente que no he cambiado, no es lo mismo que me pida cambiar de apariencia, como si fuera igual a cerrar el tubo de pasta dental.

Será resultado de doce años con los jesuitas en un colegio solo chicos. No creo.