sábado, marzo 19, 2005

Florita Almada.

(...) Ese hierro bien bruñido a mí me hace pensar, disculpen la disgresión, decía Florita Almada, en las gafas de cristales negros de algunos dirigentes políticos o de algunos jefes sindicales o de algunos policías. ¿Para qué se tapan los ojos, me pregunto? ¿Han de pasado una mala noche estudiando formas para que el país progrese, para que los obreros tengan mayor seguridad en el trabajo o un aumento salarial, para que la delincuenica se bata en retirada? Puede ser. Yo no digo que no. Tal vez sus ojeras se deban a eso. ¿Pero qué pasaría si yo me acercara a uno de ellos y le quitara las gafas y viera que no tiene ojeras? Me da miedo imaginármelo. Me da coraje. Mucho coraje [...] . 2666.