¿Importa?
Sigo con Imre Kertész, y a veces releo a Natalia Ginzburg. Ambos judíos, los dos textos a caballo entre la novela y la autobiografía, ambos, profundos, eruditos, emotivos, hablan de sus emociones pero no de esa forma melosa o trágica, más bien, si es posible, de forma natural, de las veces que han tenido miedo, no un miedo de persecución, sino de un miedo del no saber estar, o del estar ahí.
Recuerdo que quiero leer a Husserl y a Merlau Ponty , sí, antes que a Haidegger o a Gadamer. Hay quien dice que el feminismo retoma de Husserl la noción de cuerpo, no lo sé. Luego está Ortega y Gasset, que lo trajo a España; los discípulos de Ortega lo llevaron a América, entre ellos, Manuel García Morente, Joaquín Xirau, Xavier Zubiri, José Gaos, Luis Recaséns Siches, Manuel Granell, Francisco Ayala, María Zambrano, Pedro Laín Entralgo, José Luis López-Aranguren, Julián Marías y Paulino Garagorri.
A veces me da vergüenza decir lo quiero hacer y leer, me falta tiempo, suelo creer que estoy “un poco vieja”, después reconsidero e intento no ser injusta ni conmigo ni con mis circunstancias, que no son ni por asomo azarosas. Algunas veces los determinaciones que he tomando tienen una impronta de miedo e inseguridad, eso es humano ¿o no?.
Quizá todo sea cuestión de tiempo, tal vez mi proyecto de vida individual se retrase unos pocos años más. Tal vez, aquello que quería lograr a los treinta lo cumpla con treinta y cinco o cuarenta. ¿Importa o es justificación?
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