Me preguntan si estoy triste.

No, el año pasado llegué al fondo y es muy probable que nunca me vuelva a sentir así.
A veces tengo sensaciones encontradas porque ahora soy la mala, la bruja, la egoísta, la mentirosa, quien destruye la familia.
Me siento como las mujeres que son víctimas de agresión sexual y además son acusadas de provocar por su vestimenta.
Así, ninguneada por construir mi propia vida.

Me enojan esas palabras “tú decidiste, asume las consecuencias” .

Yo aspiraba a tener una familia donde cada uno de sus miembros creciera, compartiera. Era necesario hacerlo a destiempo y no importaba posponerlos. Cuando llegó la hora de ser otro quien que esperar, cuidar, organizar y hasta limpiar, se dijo que quien llevaba más dinero a la casa estaba eximido. Esperar y cooperar sería lo mejor para la familia.

A quién debo explicarle, solo a mis hijos pero los veo tranquilos, con las broncas normales entre los que quieren crecen y quien debe ir orientando ese crecimiento, creciendo y modificando el propio comportamiento. Sus miradas, sus preguntas, el control de sus emociones.

Me preguntan si estoy desencantada de las relaciones de pareja.
No, aspiro a tener un compañero amante y amado.

Por lo pronto uno de mis amigos me dice:

El fin de semana pasado estuve en Alicante y ya me dí el primer baño del verano: me acordé de ti en la piscina y un calorfrío despertó en mí mil sensaciones...
[...] Ojalá, que pronto consigas lo que buscas; sábete que aquí tienes quien te quiere bien y desea lo mejor para tí (incluso un buen marido...). Te quiero