Hay quien cree en Dios yo en el psicoanálisis.
Después de sesiones de psicoanálisis una termina pro dejar de sorprenderse de las cosas que es capaz de decir sobre si misma.
Los primeros tiempos son difíciles pero en algún momento dejas de sentir culpa, vergüenza o pudor.
Hace un par de semanas la psicoanalista me hizo una pregunta que aún soy incapaz de responderme. Me cuestiono después de que le conté el contenido de la carta que le escribí al último hombre con quien tuve una relación un tanto peculiar.
La pregunta fue un mazazo a la caja de Pandora que resulto ser mi inconsciente.
Ya sé que suena críptico pero vaga esto:
Pensé que mis traumas infantiles habían sido superados a partir de ciertas circunstancias y deseos.
Y que mi forma de relacionarme con el mundo era parte de mi superviviencia.
Pero hay algo de cierto, cierta parte de mi alma aún guarda rencor.
¡Uff! Una sospecha, la pregunta de la psicoanalista también tiene una carga cultural pre-juciada sobre los roles que las unas y los otros deben cumplir.
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