Te pasas la vida buscando tu media naranja y cuando la encuentras ya se la chuparon.
Qué traicionero es el sueño, hace una semana decía que ni cicatriz había. Euge me había preguntado ¿qué tal tu vieja historia? Yo en un momento pedriano negué tu existencia, si sufrí, ya ni me acuerdo.
Estaba acorrucada esperando que el despertador sonara, empecé a pensar y a sentir, de sorpresa, te vi en mi entrevela; siempre he tenido la sensación de saber cómo está tu estado de ánimo, siento cuando estás feliz, triste o angustiado.
Te vi jugando con mis hijos, me acerqué te miré a los ojos y sentí lo de siempre, las vísceras todas se estremecieron. Y como si los años no pasarán y yo no tuviera hijos y los hijos padre, te dije que te quería, solo deseaba estar contigo, me miraste y por primera vez ya no me encontré en ti.
Salí huyendo, estaban, como siempre, los brazos de este amor grande, generoso y tangible.
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