jueves, junio 02, 2005

Cajón de sastre.

Como algunos saben, mi trabajo como madre consiste también en leer los textos que van a leer mis hijos, el Index Expurgatorius se queda corto a mi lado.

Leí un texto muy lindo de Barco de vapor. “Como escribir realmente mal”, me conmovió mucho, porque me identifique con el personaje secundario, un disléxico, el tamaño de las letras, las confusiones a la hora de hacer los números, esa constante inseguridad, es difícil de entender que uno no es estúpido simplemente que la forma de ver el mundo no corresponde con lo que el mundo es. Aún recuerdo los reglazos que me dio la profesora Adelfa en las yemas de los dedos por escribir mal, por mis letras al revés, por una escritura que hacía omiso caso a las líneas del cuaderno de caligrafía.

Una profesora exigente y medio cabrona. Otro de mis dulces recuerdos: para una exposición de banderas y estandartes me hizo repetir unas ocho veces un estandarte de nada servían mis empeños en darle relieves, color, trabajar con otros materiales ( papel china, purpurina y hasta lentejuela) después de un tirón de orejas (levitación forzada) supe que cual era mi error: estaba haciendo una bandera y no un estandarte, no había captado era una cuestión de verticalidad y no de horizontabilidad.

La profesora era, sin duda, un personaje. Pese a su personalidad adusta tenía dos momentos personales que nos conmovían: la muerte de su hija, se fueron de vacaciones a Veracruz y un alacrán picó a la niña, el antídoto llegó tarde.
En un accidente de tráfico se quedó sin uno de sus dedos meñique. Nosotros conocimos por dedo el implante que le hicieron del dedo pequeño de un pie.