las otras casas
Como he comentado vivo afuera de la ciudad, en una zona urbanizada y con todos los servicios, rodeada de pueblitos. Las casas en las que vivimos sobresalen entre esos pueblos de casas a medio hacer, las de un piso tienen tejado de lámina, otras, con segundos pisos insinuados por trabes o en el mejor de los casos, por techos de concreto y cancelería de rojo cobrizo y plásticos a manera de cristales. Unas casas Frankestein, hechas del tiempo robado a los fines de semana, con el dinero reunido a fuerza de aguinaldos o de las pequeñas ganancias de las “microempresas” familiares. Tamales, sopes y quesadillas, los clásicos, a los que se han incorporado la venta de “pollo fresco” y jugos de naranja, esto es lo que marca el futuro próximo de muchas familias que no sabrán lo que significará una pensión.Pretensiones, ilusiones e imaginación conforman el collage arquitectónico de esas casas que lo mismo tienen el esqueleto de un tejado que en realidad está hecho para la nieve, o bien columnas “griegas” de un yeso que no tardará en demoronarse.
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